Circular 1400-2020 Transcribimos a ustedes un artículo escrito por nuestro amigo Lic. Oscar Espinoza Villarreal, publicado el 24 de septiembre de 2020 en diarios nacionales, que es muy interesante. Imprimir Correo electrónico
Jueves 24 de Septiembre de 2020 11:19

Circular 1400-2020

Transcribimos a ustedes un artículo escrito por nuestro amigo Lic. Oscar Espinoza Villarreal, publicado el 24 de septiembre de 2020 en diarios nacionales, que es muy interesante.

 

Polarización ¿El signo de los tiempos?

 

Quizás debí completar la frase preguntando ¿El signo de los tiempos…populistas…”, pues no escapa a mi atención el hecho de que sociedades con gobierno populistas parecen más polarizadas que otras? Quizás la práctica, tan común en este tipo de regímenes, de utilizar constantemente a supuestos enemigos, se facilita si logran atizar el odio de unos contra otros.

 

Al tema le falta mucho análisis y merece que se haga pues, hoy por hoy, dudo que haya alguien que pueda aventurar en que parará este encono en países como EUA, Gran Bretaña o México, por solo mencionar algunos. Desde luego me incluyo entre aquellos que no pueden pronosticar un desenlace. Lo que si puedo intentar, es aportar algunos elementos para conocer mejor este fenómeno tan relevante en México.

 

La confrontación política de diversos grupos de la sociedad con el gobierno es el reflejo de una sociedad que se ha vuelto más polarizada. Más allá de la aprobación presidencial, que refleja un agregado de preferencias, las opiniones de los ciudadanos respecto a temas como la economía, la seguridad y la pandemia difieren, cada vez más, entre quienes se identifican a sí mismos con una ideología de izquierda o de derecha. Esta brecha se ha estado ampliando y posiblemente tenga raíces en la desigualdad económica y las menores oportunidades para la movilidad social.

 

El 4 de septiembre pasado Alejandro Moreno, Director de Encuestas y Estudios de Opinión de El Financiero, presentó una comparación entre aprobación presidencial e ideología. Una forma de examinar la polarización política es observar la forma en que los mexicanos, dependiendo de su identificación con una cierta ideología, difieren radicalmente en la aprobación que dan a un presidente.

 

Por ejemplo, para el sexenio de Vicente Fox, la aprobación presidencial entre los mexicanos de izquierda y centro izquierda muestra tan sólo unos puntos de diferencia respecto a los mexicanos de centro y centro derecha. Esta brecha comenzó a ampliarse con Felipe Calderón, para quien existe una brecha de 10 puntos de aprobación entre los ciudadanos que se identifican con la izquierda respecto a quienes se identifican con la derecha. La aprobación de la presidencia de Enrique Peña Nieto se mantiene baja para los grupos de izquierda, centro izquierda y centro, entre 30 y 37%; mientras que para quienes se identifican con centro derecha es de 58%, lo que equivale a una brecha de más de 20 puntos.

 

Sin embargo, estas cifras aumentaron radicalmente con la llegada de López Obrador. La aprobación entre los ciudadanos de izquierda y centro izquierda supera el 80%, pero la aprobación entre los de centro y centro derecha es de 60% y 30% respectivamente. Es decir, casi 50 puntos porcentuales de diferencia. Por otra parte, remontándonos a 2018, la identificación ideológica personal, comparada con la identificación partidaria, situaba a quienes se identificaban con PAN, PRI y PRD en el centro derecha y sólo a Morena entre quienes se identificaban con la izquierda.

 

Aunado a esto, al margen de la aprobación presidencial, existe una división marcada entre quien aprueba y quien desaprueba las decisiones del ejecutivo. Parametría, hacia el 30 de agosto de 2020, medía en diferentes agendas la pregunta “¿cómo calificaría el desempeño del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en los siguientes aspectos? Para Salud, 52% califica positivamente el desempeño, frente a 40% que lo califica negativamente. En combate a la delincuencia 47% califica positivamente el desempeño, mientras que 45% lo hace negativamente. En empleo, 46% califica positivamente el desempeño del gobierno, frente a 46% que lo hace negativamente.

 

En relación al tema más específico de la pandemia, el pasado 28 de Julio, Consulta Mitofsky, buscaba trazar cómo esta polarización afecta la credibilidad de los mensajes públicos de salud. Entre los ciudadanos que son favorables a Morena, 79% tiene miedo a contagiarse; 97.2% está de acuerdo en el manejo de la pandemia por parte del gobierno; 29.5% piensa que ya es hora de reanudar actividades, y 17.3% opina que hay muchos muertos para el tamaño de México. Por el contrario, entre quienes se identifican como opuestos a Morena, 90.3% tiene miedo a contagiarse, 0.2% piensa que el manejo público de la pandemia fue adecuado; 19.9% piensa que ya es hora de reanudar actividades y 71.9% piensa que son muchas muertes para el tamaño de México.

 

Estas cifras de polarización también afectan el comportamiento individual. Entre quienes apoyaban a Morena, 59.9% pensó que el cubrebocas debía ser obligatorio; 87.2% confiaba en las cifras oficiales; 68.1% pensaba que los pronósticos de la Secretaría de Salud acertaron y 91.9% tenía una buena opinión de López-Gatell. En cambio, quienes no apoyaban a Morena, 92.2% pensaba que el cubrebocas debió ser obligatorio; 20% creía en las cifras oficiales; sólo el 2.6% pensaba que los pronósticos acertaron, y 6.8% tenía una opinión favorable de López-Gatell.

 

Como adelantaba líneas arriba, las raíces de esta polarización quizá puedan encontrarse en la pobreza y la falta de oportunidades, los cuales permanecieron con pocos cambios durante este periodo. Si bien la brecha de desigualdad, medida con el índice Gini se ha estado reduciendo desde 1996, de 54.8 puntos a 45.4 puntos en 2018, según el Banco Mundial, la pobreza no ha sufrido cambios tan drásticos. Esta se encontraba en 44.4% de la población en 2008, y sólo descendió a 41.9% para 2018; mientras que la pobreza extrema aumentó de 33.3% en 2008 a 34.5% en 2018. Incluso, ganando el salario promedio en México de 6,252 pesos, la línea de pobreza de una canasta básica urbana de 3,218 pesos representa más de la mitad del ingreso.

 

Las oportunidades disponibles para esta población pueden trazarse en las carencias en salud, educación y alimentación. La población con carencias de servicios de salud se ha reducido en casi la mitad desde 2008 pasando de 38.4% a 16.2%, mientras que las personas con carencias en educación han disminuido de 21.9% a 16.9%. Sin embargo, la pobreza alimentaria es la dimensión con menos progreso, pasando tan sólo de 21.7% en 2008 a 20.4% en 2018. Así, estos incrementos no han sido suficiente para cambiar el ingreso de las personas. El Centro de Estudios Espinosa Yglesias señala, en su Índice de movilidad social 2019, que 49 de cada 100 personas que nacen en los hogares más pobres permanecerán dentro del 20% más pobre de la población durante toda su vida.

 

Algunas de estas mejoras fueron producto de programas como Oportunidades-Prospera que realizaron inversiones en el capital social de los individuos. Sin embargo, estas ganancias no se tradujeron en una mejor calidad de vida, como señala Santiago Levy en su libro de 2018 “Esfuerzos Mal Recompensados”. Principalmente porque el mercado laboral no tenía la flexibilidad, ni los incentivos, para atraer a la formalidad, o a mejores empleos, a esta población que había ganado una mejor educación y mejor salud. En cambio, los trabajadores de bajos ingresos tienen que realizar contribuciones en forma del impuesto sobre la renta (10%, retenido) y las aportaciones a la seguridad social de su salario y la empresa (36%) para permanecer en la formalidad, sin aún así poder acceder a bienes públicos de calidad. Y todo ello, anticipa, desafortunadamente, mas diferencias y seguramente una mayor polarización. Veremos.

 

“Unámonos en un Gran Acuerdo Por México”