Circular 1891-2021 Transcribimos un artículo publicado por nuestro amigo el Lic. Manuel Fuentes el día 20 de julio de 2021 en el diario “La Silla Rota” que es interesante. Apuntes personales de un outsourcing que se va Imprimir Correo electrónico
Miércoles 21 de Julio de 2021 11:39

Circular 1891-2021

Transcribimos un artículo publicado por nuestro amigo el Lic. Manuel Fuentes el día 20 de julio de 2021 en el diario “La Silla Rota” que es interesante.

Apuntes personales de un outsourcing que se va

Si el outsourcing no muere es porque su objeto es mantener bajos salarios y anular la sindicación. | Manuel Fuentes

Al abrir las gavetas de mi archivero me encuentro con numerosos expedientes que he tramitado en representación de trabajadores contra empresas subcontratistas, también llamadas outsourcing. La mayoría de los juicios se ganaron, pero pocos fueron los casos en que los trabajadores cobraron su indemnización.

Como dicen algunos amigos abogados en tono burlesco y hasta lastimero, los laudos ganados se quedan para colgarlos en la sala de la casa, como el símbolo de una guerra ganada, pero burlada porque las empresas subcontratistas, durante los años que duran los juicios, desaparecen y nunca más se sabe de ellas.

El expediente que tengo en mis manos me recuerda el día en que fuimos al domicilio de una subcontratista a ejecutar un laudo por la condena de tres meses, prima de antigüedad, prestaciones y salarios caídos. El local estaba completamente vacío. No había rastro de la empresa. No puedo olvidar la cara llena de frustración del trabajador preguntando qué iba a pasar. Sus palabras golpearon mi alma:

-Abogado, haga lo necesario, pero que no se burlen de nosotros.

Frente a tal urgencia, solicitamos a la autoridad laboral que requiriera al SAT el domicilio que tiene registrado de esa empresa. Fuimos una y otra vez ante los funcionarios laborales, quienes, apenas al acercarnos, pusieron cara de pocos amigos, e insistimos que atendieran la petición.

Sin embargo, transcurrieron uno, dos, tres, cuatro, cinco meses, hasta que por fin se mandó al SAT la petición y luego tuvimos que esperar uno, dos, tres, cuatro y cinco meses más para que la atenta autoridad fiscal se dignara a responder. Todo para que informe en tres líneas que la mentada subcontratista ya no está en funciones. Práctica usual y dilatoria a la fecha, por parte de las referidas autoridades administrativas.

Fuimos entonces contra los accionistas, y éstos tenían apenas mil pesos en acciones para sustentar el pago. Recuerdo una ocasión en que se autorizó realizar la ejecución en contra de uno de ellos.

Su domicilio estaba en el Estado de México, y el juicio se tramitaba en la Ciudad de México; se ordenó girar un "exhorto" (que en palabras llanas es un martirio llamado oficio de papel donde se pide a la autoridad de otra entidad que auxilie a la primera), y de nuevo se debe soportar que pasen los meses (uno, dos, tres, cuatro o más), todo para que atienda la solicitud.

En aquella ocasión por fin se nos dio fecha para ejecutar el laudo. Fue una pesadilla ir con el actuario y el trabajador, todos envalentonados para requerir la orden de pago. Al buscar al "accionista" llegamos a una casa de lámina, de ella salió una persona de aspecto humilde, y al preguntarle si él era la persona que buscábamos nos respondió afirmativamente.

Le dijimos que él era el accionista de una subcontratista y que debía responder a un adeudo. Su cara era de sorpresa, sólo nos respondió:

-Algo así me dijo mi patrón hace años, que firmara los papeles de una empresa, pero no sabía que era accionista; esa compañía ya no existe.

El actuario le dijo en voz alta:

-Venimos a ejecutar un laudo de pago de indemnización.

El llamado "accionista" dijo en tono de burla:

-No tengo dinero, llévense mis muebles.

Tenía una mesa de madera muy antigua, un par de sillas, un refrigerador modesto, una cama y un perro que no dejaba de ladrar. Nos dimos media vuelta, otra vez frustrados, mientras el trabajador me preguntaba: ¿Qué sigue abogado?

Encontrarme con un sistema que permite pisotear los derechos de los trabajadores, es seguramente, la mayor frustración que he tenido como defensor.

El modelo de subcontratación que se va me deja muchos sinsabores. No puedo olvidar la burla de esas empresas que, cuando se les intenta notificar una demanda laboral, aparece otra con distinta denominación o razón social y muchas de ellas, al amparo de estructuras corporativas complejas e incluso, partes de un mismo grupo empresarial, difíciles de identificar por los trabajadores e incluso por la propia autoridad laboral.

Además de juicios que no pueden empezar porque la empresa demandada se oculta bajo la cobertura del "sistema legal". Algunos juicios tardaban años para lograr la ansiada notificación. En otros casos nunca se lograba el cometido. Mucho tiempo perdido, no sólo días, semanas o meses, incluso años.

Conocer en carne propia el sabor del cobre cuando se intenta operar el sistema de "justicia"; tiene un sabor amargo, profundamente amargo, que se queda impregnado por mucho tiempo, hasta hoy, hasta el momento en que escribo esto, y no se quita.

El sistema del outsourcing que se va fue de pillaje patronal, de cuotas sin pagar al IMSS, INFONAVIT, o las de carácter fiscal. Fue uno de los mejores negocios al que contribuyeron muchos funcionarios. Hasta despachos de abogados y de contadores ofrecían empresas como ramilletes, de existencias cortas. Lo más grave es que gobiernos, tanto el federal como los locales, contrataron a ese tipo de empresas siendo cómplices como mafias del abuso contra los trabajadores.

La subcontratación que llega impone la responsabilidad solidaria en materia laboral, de seguridad social, y fiscal, tanto a la empresa subcontratista como a la que recibe los servicios; modelo de responsabilidad que, de manera inaudita, no aplica cuando el gobierno usa este tipo de empresas, lo que rompe el principio de igualdad de aplicación de la norma jurídica, incluyendo al Estado, en su carácter de rector de la defensa de la justicia social. Algo como decir: que se haga la justicia en los bueyes de mi vecino (a ver si los encuentran).

La reforma de subcontratación exige informes cada cuatro meses, ante el IMSS, INFONAVIT y SAT, anexando una relación de trabajadores, con nombres y apellidos. Un registro obligatorio ante la STPS que deberá renovarse cada tres años. Son requisitos que se imponen para desalentar esta figura.

El modelo de subcontratación reinaugurado por este régimen gubernamental omitió (¿intencionalmente?) proteger la esencia de la reforma laboral de mayo de 2019, la cual privilegia la contratación y la negociación colectiva, pero con esta reforma del outsourcing, de manera inaudita, la anula; tal vez porque algunos de los nuevos artículos fueron hechos para satisfacer caprichos empresariales.

El outsourcing que llega, hay que decirlo enfáticamente, contribuye a desaparecer o debilitar a los sindicatos al no considerar una sola contratación colectiva por centro de trabajo. Seguirán existiendo 8, 10, 15, 20 o más contratos colectivos y un número igual de sindicatos en un sólo domicilio industrial, con distintas prestaciones y fechas de revisión también diferentes.

Una reforma de subcontratación leonina que adelgaza el reparto de utilidades de los trabajadores a tres meses o el promedio de los últimos tres años, y una sustitución patronal que impone como candado la transmisión de las propiedades de una empresa a otra para que esta sea efectiva. Los únicos afectados: los trabajadores.

Únicamente me queda un deseo: que la reforma de subcontratación, en las partes positivas que tiene, no sólo sea un cambio de apariencia, de buenas intenciones, o un cambio de fachada. La inspección debe fortalecerse, con salarios dignos y debida capacitación para evitar abusos u omisiones.

Pero también habrá que decirlo en voz alta: si el outsourcing no muere es porque su objeto es mantener bajos salariosanular la sindicación. Eso sí, con puestos rimbombantes, llamados especializados; por eso tanto alboroto empresarial que se desgarra las vestiduras para que subsista esta malquerida subcontratación.

Después de relatar esto, decido guardar esos expedientes en la gaveta del fondo, esos que me hacen confesar la tiranía de la subcontratación y de mis propias derrotas que me ahogan, pero no lo suficiente para vencerme.

Al observar mis manos, éstas quedan impregnadas de un polvo que se quita con dificultad, quizá porque el sentimiento de probar la injusticia queda enraizado en el alma.

Ya con la reforma a punto de arrancar, seguimos pensando que existen patrones buenos y patrones malos sean estos subcontratistas o beneficiarios del servicio y lo que habría que haber hecho era muy sencillo, aplicar la Ley.

Lo mismo puede suceder con esta reforma sino se aplica la Ley, no habrá justicia para los trabajadores ni piso igual para los patrones.

“Unámonos más que nunca en un Gran Acuerdo Por México”