César Roel Abogados
Circular 2341-Bis-2022 Transcribimos a ustedes un artículo muy interesante escrito por la Doctora Carla Roel. ¿Solo congruencia? PDF Imprimir Correo electrónico
Circulares
Lunes 31 de Octubre de 2022 10:00

Circular 2341-Bis-2022

Transcribimos a ustedes un artículo muy interesante escrito por la Doctora Carla Roel.

¿Solo congruencia?

 

Uno de los grandes privilegios del mundo académico es la posibilidad de reflexionar sobre diversos temas que despiertan el interés personal de unos cuantos o de todos.

 

Para mí, el tema que siempre me invita a la reflexión profunda es el matrimonio y, por ende, la familia. He estado ausente del Comentario del Día en gran parte porque he estado de Congreso analizando el primero.

 

Pero un tema lateral que salió la semana pasada dentro del grupo interdisciplinar al que pertenezco sobre la familia fue la educación universitaria.

 

La pregunta que se nos presentó a análisis fue ¿qué hace que un profesor impacte, en lo personal, la vida de sus alumnos, en relación con el tema de la familia? Cada uno de los presentes compartió su experiencia docente, pero me llamó mucho la atención lo que dijo una de las profesoras jóvenes al respecto. Ella partió desde el punto de vista del alumno, ya que está iniciando su vida docente. Para ella, la congruencia del profesor es lo más importante: que se diga lo que se piensa y que se actúe como se dice.

 

Estos últimos días le he estado vuelta a la pregunta, a partir de la respuesta de esta joven profesora. Esta reflexión me saca del ámbito docente y me ha llevado a cualquier relación entre las personas. En el mundo de la posverdad, para mí, el valor de la persona radica en que, partiendo de la verdad, la diga y que, a partir de su conducta, haga el bien, tanto propio como el de los demás.

 

De esta manera, la congruencia va más allá del interior de la persona, ya que parte de la realidad objetiva. Obviamente, en la búsqueda de la verdad, nos equivocamos y podemos percibirla desde el error, pero eso no quiere decir que la intención recta de buscarla esté ausente.

 

Esta semana un alumno me decía que él no confía en lo que perciben sus sentidos y lo que le decimos los demás, porque presume que buscamos engañarlo. ¡Qué tristeza más profunda vivir desconfiando de todo y de todos!

 

Ninguna relación humana puede florecer sin que las personas partan de una concepción mínima de confianza: presumo que lo que me dices es cierto y que, al actuar, buscas el bien. Conforme esa relación crezca, sabré que dices la verdad y que tu conducta es buena o, me llevaré una decepción y aprenderé que faltas a la verdad y que actúas buscando hacer el mal.

 

Empecé mi carrera docente en 1989. A lo largo de estos años, he hablado con la verdad a mis alumnos – cuando no sé algo, se los digo abiertamente y procuro averiguarlo – y, con mi conducta, he buscado el bien de cada uno de ellos. La memoria es emotiva: si no evoca alguna emoción en el que aprende, la enseñanza no se recordará a largo plazo.

 

Reflexionando en los maestros que considero los mejores, todos ellos fueron congruentes, hablaron con la verdad y actuaron con bien. Todos provocaron un lazo emotivo entre el concepto a aprender y el momento del aprendizaje, ya sea mediante una anécdota compartida o un ejemplo con el que fue fácil relacionarme mediante la evocación de un sentimiento. No importa si lo que aprendí fue a leer, hacer bolsas de macramé, subrayar lo importante de un texto, un momento histórico, una regla ortográfica, una postura filosófico-jurídica, el control de razonabilidad, la valoración de la narración del actor en cuanto a la posible nulidad de su matrimonio, por nombrar algunos.

 

Finalmente, lo que todos mis profesores hicieron fue amarme y eso es un regalo que cada uno de ellos me dio. Les estoy profundamente agradecida y espero pagarlo amando a cada uno de mis alumnos, de la misma manera como yo lo fui en su momento.

“Unámonos más que nunca en un Gran Acuerdo Por México”